Argentina: Psicólogos piden ley contra las Organizaciones Coercitivas #sectas

Lunes, 10 de agosto de 2015

 

Son jóvenes profesionales que denunciaron a un facilitador por suministro de drogas. Planean investigar cómo ciertos líderes ejercen la manipulación psicológica de las personas desde la comunicación.

 

eremías Sosa asistió regularmente, durante trece años, a la Fundación Humanizar para recibir terapia individual y participar de talleres grupales. Fue una de las once personas que denunciaron a Jorge Rodríguez, el facilitador que brindaba estos cursos, por el delito de suministro de drogas ya que afirman que, entre otras cosas, los inducía a consumir sustancias prohibidas para facilitar el proceso terapéutico. Su tesis, para graduarse como psicólogo, abordó «La comunicación como variable de análisis en grupos sectarios».

Con su amigo y colega Nahuel Sosa, a quien conoció en la entidad y es otro de los denunciantes ante la Justicia Federal, se han propuesto hacer una investigación para analizar el modo en que un líder ejerce la coerción en el tipo de situación que ellos vivieron. Y con estos datos, planean solicitar que se apruebe una ley similar a la cordobesa 9.891 de «Víctimas de Grupos que usan Técnicas de Manipulación Psicológica» (conocida como ley de sectas).

Rodríguez, comentan los jóvenes, se presentaba como un facilitador de respiración holotrópica -una técnica que se enmarca en la psicología transpersonal- aunque reconocía que no era psicólogo. Pero en la Fundación Humanizar tenía el respaldo de profesionales, como un psiquiatra jubilado, una psicóloga que hoy vive en otro país y una psiquiatra que era quien prescribía los psicofármacos para los tratamientos.

Por años, estos jóvenes tomaron al facilitador como un referente y estaban convencidos de que era una buena persona. Hoy sostienen con igual convencimiento que manifiesta un comportamiento psicopático y que la situación les generó a quienes asistieron a la terapia y los talleres secuelas psicológicas significativas.

Es que detallan que les hacía consumir marihuana y LSD (ácido lisérgico) y a quien se negaba lo humillaba delante del grupo y lo señalaba como un cobarde. También manifiestan que utilizó su influencia como terapeuta para tener relaciones con varias chicas.

Alé Sosa, hermano de Nahuel, comenta una situación que permite entender el mecanismo. Cuando estaba por realizar un taller, Rodríguez le dijo de modo imperativo que tenía que ir y cuando el joven fue a pagar y le faltaban 50 pesos, el facilitador se enojó y le dijo que se debía comprometer con su salud, que cuál era el valor que le ponía a su sanación y que tenía la misma actitud con el resto de las cosas en su vida. Esto, hasta que notó que el chico estaba «quebrado» y entonces cambió el tono y le aseguró que no lo estaba retando.

La comunicación como eje

La idea que orientó el trabajo de Jeremías Sosa fue ver de qué manera una persona en una posición de poder utiliza la comunicación para ejercer coerción psicológica. Y, a partir de la dependencia o hechizo que el líder genera, se aprovecha para estafar económicamente o abusar psicológica o sexualmente de otros. Pero el licenciado en Psicología advierte que este funcionamiento sectario no sólo se observa en grupos religiosos sino en algunos que proponen terapias alternativas e incluso agrupaciones políticas.

En su tesis describe algunas características de un líder autoritario, entre las que incluye que desarrollan una comunicación unidireccional, que no permite cuestionamiento alguno, y «el doble vínculo». Esto es, que emite un mensaje y al mismo tiempo otro que contradice al primero, con lo que provoca parálisis psicológica en el sujeto en desventaja y confusión. Jeremías agrega que este hechizo -estado de sugestión y pasividad- que genera, lleva al sujeto a hacer cosas que no haría si estuviera totalmente consciente.

El joven señala que Rodríguez tenía una gran capacidad discursiva para constituirse como portador de un conocimiento y que sabía de qué manera lograr efectos determinados y persuadir a partir de las palabras. Además, captaba comportamientos sutiles en el grupo que le permitían detectar cuando alguien no estaba de acuerdo con sus ideas y entonces optaba por el escarmiento grupal para volver a alinearlo.

Concientizar a la sociedad 

Nahuel y Jeremías Sosa comentan que van a comenzar una investigación en torno a este tema para lograr una conciencia social sobre la existencia de este tipo de grupos, en particular por la gran oferta de prácticas y terapias alternativas. De todos modos, destacan que el problema no radica la técnica en sí -como la respiración holotrópica- sino en el comportamiento de la persona que lo lleva adelante.

Jeremías resalta que, desde afuera, muchas personas piensan «a mí no me va a pasar». Pero destacó que las víctimas no eran personas poco preparadas, sino por el contrario profesionales con un nivel económico relativamente bueno, ya que esto era necesario para poder pagar los seminarios, que se extendían durante todo un fin de semana y tenían un costo significativo.

Desconfiar de las respuestas a las grandes preguntas

El psicólogo Francisco Izura indicó que en la época actual pululan, ante la experiencia del vacío, ofertas que ofrecen respuestas a las grandes preguntas, como cuál es el sentido de la vida y de la muerte, hacia dónde vamos, de dónde venimos. Y añade que estas propuestas son ambiciosas porque tienen un carácter totalizante y cerrado, es decir no admiten el pensamiento diferente, bajo pena de expulsión del grupo.

Estas opciones generan identidad, ofrecen la ilusión de pertenecer a una ideología comandada por un sujeto que tiene características de elegido. Este líder busca la identificación, lo que logra porque las personas sienten que por estar cerca de él también son elegidos, y a partir de ese momento se produce un efecto de anestesia de la voluntad y la capacidad de reflexión y decisión. En cierta forma, permitirle que disponga de la vida, la sexualidad y los bienes es el precio a pagar por formar parte de ese grupo selecto.

Izura subraya que cuando se percibe que la agrupación es cerrada y ofrece respuestas a todas las grandes preguntas de la vida hay que desconfiar. Aun más, cuando el líder se erige como el que sabe y al otro como el que desconoce. El especialista planteó que, cuando se desmorona esa imagen de pertenecer a un grupo que da sentido, la persona se siente estafada y experimenta mucho dolor, asociado a la des-idealización.

Ley de sectas

En febrero de 2001 fue aprobada en Córdoba la ley 9.891, de «Víctimas de Grupos que usan Técnicas de Manipulación Psicológica», que crea el Programa Provincial de Prevención y Asistencia.

Manipulación. En el artículo 3, la normativa explicita que se entienden como «grupos que usan técnicas de manipulación psicológica a todas aquellas organizaciones, asociaciones o movimientos que exhiben una gran devoción o dedicación a una persona, idea o cosa y que emplean en su dinámica de captación o adoctrinamiento técnicas de persuasión coercitivas, que propicien: la destrucción de la personalidad previa del adepto o la dañen severamente; y la destrucción total o severa de los lazos afectivos y de comunicación afectiva del adepto con su entorno social habitual y consigo mismo, y el que por su dinámica de funcionamiento le lleve a destruir o conculcar derechos jurídicos inalienables en un estado de derecho».

 

FUENTE: http://www.losandes.com.ar/article/psicologos-piden-ley-contra-las-sectas

 

 

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