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#Argentina: “Es feo que dejen tiradas a las víctimas y a sus familias” Nota a Pablo Salum Diario La voz del Interior

Lucha. Pablo investigó los vacíos legales del problema y se rodeó de psicólogos, abogados y gente capacitada. Impulsa una ley contra grupos coercitivos.

Ciudadanos

Pablo Salum, víctima de una secta, es la cara más conocida del país a la hora de hablar de grupos con características sectarias. Dice que lloró cuando conoció la sentencia contra el Maestro Amor. Critica la falta de una ley sobre el tema.

Pablo Salum tiene 36 años y atiende un negocio de informática en Lomas de Zamora, en el conurbano bonaerense. A partir de una difícil situación familiar que vivió, en los últimos años, se ha convertido en una conocida figura vinculada al tema de las organizaciones con características sectarias u organizaciones coercitivas, que los medios sintetizan colocándoles a todas la misma etiqueta: sectas.

Cuando Pablo tenía 8 años, su mamá lo integró al grupo Escuela de Yoga de Buenos Aires, dirigido por Juan Percowikcz, que a fines de los años ’90 estuvo en el centro de un escándalo que incluyó sexo y política.

Allí lo iniciaron en los rituales del grupo, que mostraba una fuerte vocación económica, una liberada vida sexual y una marcada dependencia psicológica hacia su líder, que decía que Dios le había encomendado la misión de formar mil ángeles.

La madre de Pablo creyó que estaba frente a un hombre con poderes sobrenaturales y le entregó su vida de trabajo: hace 22 años que Pablo no ha podido hablar con ella, pese a sus intentos.

Sin ahorros

Pablo se hizo conocido en todo el país cuando acusó a Claudio María Domínguez de apoyar a líderes sectarios como el Maestro Amor. Luego creó una ONG para avanzar con un proyecto de ley sobre la problemática, pero le faltaron recursos, perdió sus ahorros y debió darla de baja.

–¿Cómo fue que una víctima de un grupo religioso, como vos, se transformó en un referente para miles de personas sobre la temática de las llamadas sectas?

–Me convertí en una especie de abanderado sin buscarlo. Fue por mi experiencia propia, por haber padecido que mi familia se metiera en una de estas organizaciones y por haber podido escaparme, por haberlo perdido todo y quedarme absolutamente solo. Eso me llevó a la búsqueda de justicia. Me la jugué; siendo menor de edad, me animé a declarar contra esa agrupación, que hasta estaba vinculada a un vicepresidente de la época. Pensé que encontraría justicia denunciando la verdad, pero a veces estos poderes son imposibles de combatir sin ningún tipo de ayuda.

–Pese a tu denuncia, el grupo siguió funcionando.

–Como no pude lograr una respuesta judicial efectiva, me puse a leer muchísimo. Porque mi realidad era la de una persona llena de dolor, a la que le habían sacado todas las cosas que más ama en la vida: sus seres queridos, su círculo de pertenencia, sus amigos. Yo perdí hasta mis mascotas, y me quedé literalmente en la calle; anduve viviendo de prestado en casas de conocidos. Me puse a leer, vi muchos casos como el mío e intenté buscarle una explicación a por qué, si era tan evidente lo que estos grupos hacían, era tan difícil ir contra ellos. Así me topé con la existencia de una ley francesa, de 2001, que criminaliza a grupos sectarios. Adopté lo positivo de esa ley, aunque prefiero hablar de grupos coercitivos antes que sectas. Me puse a investigar los vacíos legales del problema, me rodeé de psicólogos, abogados, gente capacitada de la que aprendí mucho y me fui capacitando.

Un caso particular

–En este momento te llaman de diferentes lugares del país, Tenés reuniones con autoridades sanitarias, te convocan a dar charlas.

–Es que no hay muchos en Argentina que se dediquen a la problemática. Mi caso por ahí es muy particular. No hay muchas personas afectadas que hayan podido reconstruir su vida y empezar a luchar para ayudar en este tema. El destino quiso que no termine con mi vida, me puse en piloto automático y traté de hacer lo mejor de mi vida, buscar justicia y tratar de que a otros niños no les paso lo que a mí. Los contactos políticos comenzaron en Córdoba, cuando en 2011 las legisladoras María Amelia Chiófalo y Nadia Fernández me invitaron a la sesión en que se aprobó la ley de asistencia a víctimas y familiares de grupos sectarios. Luego me llamaron de Corrientes. He pedido audiencias a todas las instituciones de gobierno posibles. Me han recibido en la Comisión Interministerial en Políticas de Salud Mental de l a Jefatura de Gabinete, en el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, en la Secretaría de Prevención de la Drogadicción (Sedronar). La ignorancia de nuestros funcionarios sobre este problema es grande. Cuando he ido y contado lo que me pasó y lo que está pasando en otras organizaciones, se quedan con la boca abierta y la cara de espanto. El diputado nacional por Corrientes, Carlos Rubín, ha presentado un proyecto de ley nacional sobre el tema, y presentó otra en su provincia, que fue vetada por el gobernador Ricardo Colombi.

Cuestión de derechos

–Esto se trata como una problemática de salud y también de derechos humanos.

–Y también de derechos del niño y de salud pública. Por eso el proyecto en el que yo trabajo, a diferencia de otros internacionales, hablo ahora de organizaciones coercitivas, no de sectas, que me parece un término que no abarca bien la problemática. Y estas organizaciones violan los derechos de los niños, cuando no les permiten ir a la escuela, o no los vacunan, no les permiten ver a familiares o les cambian datos de su identidad. No son mafias ocultas; a veces son grupos que están muy cerca de nosotros.

–¿No tenés miedo de quedar reducido a una figura mediática que repite sus denuncias de un canal de televisión a otro?

–Estar en esos programas no fue algo buscado. No tengo vocación mediática, pese a que he recorrido todos los canales y sé que hay mucha gente de la farándula en este tipo de organizaciones. Hago lo que hago sin intención de ser una figura de los medios. Tengo bien en claro mi objetivo: conseguir una ley, no hacerme famoso ni ganar dinero.

Experiencia traumática

Cuando Pablo tenía 8 años, su mamá lo integró al grupo Escuela de Yoga de Buenos Aires, que a fines de los años ’90 estuvo en el centro de un escándalo que incluyó sexo y política. Allí lo iniciaron en los rituales del grupo, con una marcada dependencia psicológica hacia su líder.

                                           El primer enfrentamiento público

Hasta el momento en que Pablo acusó a Claudio María Domínguez de apoyar a líderes sectarios, pocos lo habían hecho.

–Te hiciste conocido en todo el país cuando enfrentaste a Claudio María Domínguez en la Feria del Libro de Buenos Aires y lo acusaste de apoyar a grupos como el del Maestro Amor.

–Fue algo que no me imaginaba. Llevé solo mi indignación de años de escuchar cómo avalaba y promocionaba no sólo al Maestro Amor sino a gente que es asesina, que dice ser médica y curar enfermedades incurables y en realidad los pacientes se les mueren porque lo que ofrecen es una mentira. O que diga que un niño que murió asesinado por su madre lo merecía debido a su karma. El dolor que me provoca eso lo sigo sintiendo hasta hoy en día. Yo estuve en una organización así y es horrible escuchar a una persona importante y conocida que las defienda. Fui con mi indignación y pasó lo que pasó. Pongo el cuerpo yo solo. Las cartas documento y las denuncias en mi contra para que no hable las recibo yo solo.

Pablo Salum cara a cara con Claudio Dominguez

–¿Qué cambió a partir de que desnudaste en público a un personaje así?

–Creo que lo más importante, por fin, es que se está reconociendo que el problema existe. Los medios además han disminuido su catarata de pequeños Claudio María Domínguez, de chantas a mano armada que se promocionan como sanadores y como gurúes. Hoy se cuidan mucho más de ver a quién están promocionando, y eso ayuda a generar conciencia en la sociedad. Me ha pasado subir al colectivo y escuchar una conversación entre dos chicas, en la que una le advertía a la otra de que tuviera cuidado, que podía estar metiéndose en una secta.

–¿Por qué pensás que hace falta una ley específica para esto?

–Hoy el Estado nacional no reconoce oficialmente la existencia de la problemática, pese a que miles de personas la sufren y saben que existe. Las víctimas no tienen dónde denunciar, no hay personal capacitado para tratar con ellas. Por ahora los gobiernos se están animando a abordarlo como un problema de salud, porque en el área de derechos humanos ni te abren las puertas y sólo siguen hablando de derechos humanos para lo que sucedió hace 30 años. Es feo que te dejen tirado y no te den protección para vos ni para tu familia.

FUENTE: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/es-feo-que-dejen-tiradas-las-victimas-y-sus-familias

http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/el-primer-enfrentamiento-publico

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