Soy Orlando Gómez y hoy cuento mi experiencia entre los años 1987 y 1998.
Es fundamental para mí relatar lo que viví con los superintendentes de la congregación y la Sociedad de los Testigos de Jehová, la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. Su proceder desmanteló por completo mis creencias y conceptos sobre lo que consideraba la única organización representante del verdadero Dios, Jehová.
A la edad de 14 años, un momento en el que atravesaba la dolorosa pérdida de mi padre y hermano, la manipulación y las exigencias de esta organización resultaron ser devastadoras. En lugar de que esos años me brindaran paz, fui sometido a una serie de presiones que afectaron gravemente mi salud mental y emocional. Esto fue desolador, pero no me dejé llevar por la locura ni la desesperación; decidí investigar lo que realmente se ocultaba detrás de esta fachada.
A pesar de las atrocidades que viví, quiero dejar claro que sigo creyendo en Dios, pero el Dios verdadero no tiene nada que ver con lo que representa la Watch Tower.
Hoy llegó el momento de compartir mi historia y dejar constancia de los abusos que sufrí. Muchos recordarán lo que aquí relato, que es un reflejo de la realidad engañosa que viven miles.
La historia comienza con la idea de mi padre de reformar su taller de carpintería o transformarlo en un Salón del Reino. Jamás habló de donar a una sociedad que no conocía, especialmente cuando fue un hombre joven que falleció abruptamente. Después de su muerte, un anciano de la congregación persuadió a mi madre para que cumpliera con lo que supuestamente era el deseo de mi padre, utilizando frases manipulativas sobre los “últimos días” y el Armagedón.
Mi madre, vulnerable emocionalmente ante la reciente pérdida, fue manipulada para satisfacer los deseos de la congregación, sin tomar en cuenta nuestra difícil situación económica. A pesar de saber que estábamos en deudas y necesitados, los ancianos insistieron en que debíamos proceder con la reforma del taller.
No solo fuimos presionados para hacer una donación que sería ilegal debido a nuestra situación, sino que también se ignoraron nuestras reales necesidades económicas. Me vi obligado a aceptar, presionado por la insistencia de estos “ancianos”, quienes prometieron ayuda que nunca llegó.
La construcción comenzó, y pronto nos dimos cuenta de que la situación estaba fuera de control. Lo que debía ser un salón se volvió un conflicto constante, culminando con la demolición de mi casa, un acto que se llevó a cabo sin mi consentimiento, ya que era el dueño absoluto del inmueble.
La rabia y el dolor que me inunda hasta hoy son indescriptibles. Esta organización, que afirmaba representar la verdad, se volvió un monstruo que arruinó mi vida y la de mi madre. Nos abandonaron en el momento en que más los necesitábamos, dejándonos en una situación precaria.
A lo largo de esos años, perdí no solo bienes materiales, sino también oportunidades vitales. La Watch Tower nunca operó con la verdad en mente; su única meta era enriquecer sus arcas a costa de aquellos que, como mi madre y yo, confiamos en su palabra.
Mi experiencia es solo una de muchas. A través de este testimonio, espero que otros puedan ver la realidad y las consecuencias de pertenecer a una organización que utiliza la manipulación y el miedo para ejercer control.
En memoria de todos los que sufrieron bajo este yugo, y especialmente a quienes me acompañaron en esta lucha, quiero que mi historia quede registrada. NO me llevaré este dolor a la tumba. La verdad debe ser conocida.
**PD:** Orlando nos dejó el 23 de diciembre de 2012. Siempre recordaremos su valentía y lucha por la verdad. ¡Siempre estarás con nosotros, Orlando!