25 de octubre de 2015
La joven de 30 años pagó una abultada suma de dinero y llegó a participar del primero y el segundo nivel, pero nunca imaginó que terminaría internada en un sanatorio privado.
Después de que le insistieran mucho, N. tomó la decisión de participar del “curso vivencial” del que su amiga tanto le había hablado y donde sacarían “lo mejor” de ella. La joven de 30 años pagó una abultada suma de dinero y llegó a participar del primero y el segundo nivel, pero nunca imaginó que terminaría internada en un sanatorio privado por un pico de estrés provocado por la experiencia. “Los médicos me aseguraron que todo fue producto de la manipulación emocional que sufrí, sé que no tiene las mismas consecuencias en todas las personas, pero también conozco a quienes les provocó depresiones u otras afecciones; lo que quiero es que nadie más pase por esta situación”, advirtió N., ya recuperada.
La oferta en la ciudad no es nueva y se presenta como coaching de liderazgo o coaching ontológico, o bien cursos vivenciales o experimentales. Ya en junio de 2010, La Capital dio cuenta del nuevo fenómeno que se había instalado en Rosario; nada menos que un gran negocio que busca sustituir los tratamientos tradicionales.
Dar seguridad, mejorar la vida, cambiar aspectos de la personalidad, superar obstáculos y dificultades, y estar “entrenado” para eso son algunas de las promesas que los cursos, de los que hay varios niveles, ofrecen a través de la consultora Cpar.
Claro que para eso, la joven pagó “en promoción” 1.500 pesos en efectivo para participar del primer nivel, y otros 4.600 pesos financiado con tarjeta de crédito el segundo nivel. Teniendo en cuenta que cada curso, que se extiende por varios días, tiene unos 25 participantes, eso resulta una buena cifra de dinero para los organizadores.
Las dinámicas. N. supo del curso a través de una de sus mejores amigas, que le insistió en varias oportunidades de participar. Siempre reticente, terminó cediendo y el 9 de septiembre de este año se sumó al primer nivel, que se llevó adelante durante tres días de la semana, y el sábado se extendió toda la jornada de 9 a 18.
“La primera parte es teórica, después empieza a haber dinámicas de juegos, algunos matemáticos y otros ejercicios más emocionales”, contó la joven y recordó que “el final del curso es como una especie de graduación, donde participan tus familiares, y llegan después de haber realizado una dinámica de abrazos y donde a muchos participantes los encuentran emocionados o incluso llorando”.
Pasada una semana, el 22 de septiembre, comenzó la segunda etapa. “Te hacen sacar el reloj y perdés la noción del tiempo; obviamente, uno acepta esas reglas de juego, pero no te das cuenta de que estás manipulado y cuando termina el día, después de tantas horas ahí, tenés un nivel de agotamiento físico y mental muy grande”, explicó N.
En esta segunda etapa, según su relato, se hacen “ejercicios, como el del perdón u otro donde tenés que elegir a quién salvarías de tu familia en una balsa; o incluso un simulacro de tu propia muerte, donde tenés que decirle a tu familia un mensaje antes de morir”. Si bien aclaró que “en ese momento no se vive como algo que pueda hacer daño”, reconoció que “son dinámicas fuertes, que te conmueven y te movilizan”.
Es más, uno de los ejercicios principales es desafiar sus propios miedos y salir a la vía pública vestidos de una manera en la que nunca lo harían. “Ese fue un ejercicio que me resultó sumamente estresante”, recordó la joven.
El cierre, llamado “Noche Mágica”, convoca a los participantes a poner en escena un personaje e interpretarlo ante un público de más de un centenar de personas. “A mí me tocó ser (la cantante) Thalía, y después de eso, frente al público, firmás un contrato donde decís cuáles son las cualidades que adquirís en ese momento”, contó la joven, y señaló que en el suyo se comprometió a ser una persona “libre y creativa”.
Malestar. El mismo sábado del final de curso apareció el malestar. “Empecé a sentirme mal”, contó N., que sufrió “delirios, alucinaciones y finalmente pérdida del conocimiento”. Ante el cuadro, su familia decidió internarla en un sanatorio de la ciudad, donde pasó 72 horas.
“Después de hacerme estudios y análisis, me diagnosticaron un pico de estrés que tanto la psiquiatra como la psicóloga coincidieron en que fue producido por los ejercicios del curso, que fui víctima de una manipulación durante dos días, donde trabajan con tus emociones más bajas y tristes, y te hacen creer que podés lograr cualquier cosa”, insistió N.
Ella aclara todo el tiempo que esa fue su “experiencia personal”, pero advirtió: “Aunque no todos sufran lo mismo, sé de personas que también han tenido consecuencias y nadie advierte sobre ese riesgo. No quiero que nadie más pase una situación de este tipo”.
FUENTE: http://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/Termino-internada-tras-un-curso-de-coaching-de-manipulacion-emocional-20151025-0027.html
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